Estaba casi a punto de cumplirse ya dos años de la muerte de Franco y lo distinto que parecía todo. Aun así todavía nos quedaba mucho por andar en el camino de la democracia. Aun nos faltaba hacer una Constitución que recogiera todos los derechos fundamentales de los españoles. En casa las únicas referencias a fallecidos eran las que salían en el programa “Mas Allá” del Dr. Jiménez del Oso, cuando hablaban de fantasmas y de psicofonias, despertando en mi gran interés estas ultimas. A mi padre le encantaban los temas ocultos y a mi también. Aunque como ya creo que he confesado alguna vez, quizás era muy niño para ver aquello y reconozco que por las noches pasaba algo de miedo. Muchas noches me despertaba con gran miedo, miedo a sufrir un secuestro por parte de alguna nave extraterrestre, también llamada OVNI, miedo a ver a algún fantasma o peor aun, escucharlo, en fin, miedo a la oscuridad. El caso es que en esas noches los únicos ruidos que escuchaba eran de coches y motos de gente joven que pasaban por la calle, con los radio-casettes de los coches con el volumen algo alto. Una tarde nos fuimos después del colegio a hacer una pequeña excursión a una zona cercana a nuestro barrio conocida como “El Palmeral”. Allí habían construido una modernísima urbanización y justo detrás, había como una especie de bosque de palmeras inmenso. Dentro de ese “bosque” había un par de casas abandonadas. Formábamos aquel grupo Amadeo, Francisco, Pedro, Javier y yo. Nos adentramos en aquel bosque y entramos en una de las casas. Allí encontramos mucha basura y escombros, pero subimos una escalera y entramos en una habitación. Había un colchón tirado en el suelo, botellas vacías de cerveza, un montón de revistas “porno”, y en el suelo me llamo la atención algo que había, como unas fundas sucias tiradas, que parecían globos deshinchados. Mis amigos se rieron muchísimo de mi al preguntarles que era aquello, pero Amadeo me lo explico bastante bien….nunca había visto un condón hasta entonces. Si bien sabia lo que era follar, aun habían cuestiones que no tenia del todo muy claras. El caso es que estando allí oímos el sonido de una moto que se acercaba y salimos como almas que lleva el diablo pensando en que si nos pillaban allí algo malo nos harían. Ahora con el paso del tiempo imagino que sería alguna pareja desesperada con más miedo que nosotros. Amadeo nos contó de regreso que ese verano, en la playa con sus padres se encontró detrás de unas dunas con una chica alemana (por supuesto, mayor que él) y que la chica intento tener “sexo” con él, pero que se asusto y la dejo allí.
Recuerdo que por aquellos días pusieron un programa de estos de variedades que se llamaba “300 Millones” y que se suponía que lo veían en toda Sudamérica. Aún recuerdo como al final, en los créditos, salía una bola del mundo y se iban iluminado los nombres de los países que emitían el programa. También recuerdo que en cada programa lo co-presentaba nuestro presentador español y algún presentador de otro país, y el programa era una especie de monográfico de aquel país.
En casa nuestra amistad con Fina y Jesús se iba consolidando día a día. Fina no tenia ni amigos ni familiares aquí en Alicante, y que mi madre le abriera la puerta de nuestra casa para ella fue un alivio. Además a mi madre le venia muy bien una que una persona como Fina, le echara una mano con nosotros. Fina era (y es, a pesar de que apenas nos veamos) una persona muy cariñosa. Lo mejor de todo es que nos dio cariño por igual a todos. Si bien Verónica era su “niña”, a Elisa le gustaba peinarle su largo pelo, a veces se tiraba al suelo a jugar a los soldaditos con mi hermano Fernando y como no, a mi me ayudaba con mis deberes, me escuchaba y cuando tenia algún ataque de asma me cuidaba. Fina fue en aquella época como nuestra segunda madre. Pero no sólo ella, Jesús, su marido, era un joven fuerte, de barba, con un vozarrón increíble. A pesar de ese aspecto, con Verónica, mi hermana, aquel hombretón se volvía el ser más cariñoso del mundo. Hasta mi padre, hombre cansado de su trabajo y celoso de su intimidad y de la tranquilidad de su hogar, no le costo demasiado aceptar a Fina y Jesús en casa. Una tarde de domingo, después de tomar café, mis padres bajaron a casa de Fina y Jesús y nos dijeron que nos fuéramos a la calle a jugar con nuestros amigos. El caso es que aquello me sorprendió. Sin que ellos lo supieran, subí al rellano de la escalera y pegue la oreja a la puerta de la casa de Fina y Jesús. Allí escuche como el ruido de un proyector de cine y de repente escuche alguna que otra fuerte carcajada…..Con el tiempo supe que lo que estaban viendo era una de esas peliculitas subidas de tono….
Y por fin llego diciembre y mi cumpleaños. No me lo podía creer, ya tenia 10 años, me consideraba todo un hombrecito. En aquellos días finales de 1977 mis padres estaban algo liados con el piso nuevo, tenían que ir cada dos por tres a tomar medidas para los muebles que iban a comprar, y un montón de cosas más. Mi padre vendió el 1400-C a un conocido suyo que tenia una tienda de cebos para la pesca y le venia bien un coche familiar en el que pudiera cargar mercancía. Nosotros muchas tardes, mientras mis padres estaban ocupados, Fina nos cuidaba en su casa. Y así entre risas llegamos a 1978…..
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