martes, 12 de febrero de 2008

1976 (I) Tetas, Globos y Dirigibles

Entre los juguetes que me trajeron ese año “los reyes” recuerdo en especial un bonito SEAT 127 de color verde oliva que se le abrían todas las puertas y los capots. Recuerdo también el primer programa de “La clave” de Jose Luis Balbín, aquella música de los créditos daba mucho miedo. El programa versaba sobre los espías, y fue interesante ver un debate en televisión, ya que hasta entonces, no es que hubiera muchos programas como aquel en televisión.










No se porque pero se respiraba otro ambiente, y también se notaba en la calle. A pesar de que seguíamos rigiéndonos por las leyes fundamentales del régimen franquista, en la prensa, por ejemplo, había cierta relajación con respecto a la censura. Empezaron a aparecer poco a poco, revistas de opinión, y como no, revistas en las que aparecían mujeres desnudas. Esto lo recuerdo como una auténtica revolución. Mis padres en lo que se refiere a la “censura” con nosotros, sus hijos, habían sido muy permisivos. Cuando en televisión aparecían aquellos famosos rombos avisando que el contenido del programa no era apto para menores, mis padres no hacían mucho caso. También es cierto que lo que en aquella época, y bajo aquel gobierno, se consideraba no “apto”, ahora nos daría risa. Por otro lado, mi padre en su taller, en la oficina, tenía alguna que otra revista que le había traído algún amigo camionero del extranjero. Eran revistas eróticas, no pornográficas, y aquellas revistas yo alguna que otra vez ya les había pegado algún vistazo. Por eso, cuando mi padre, en el kiosco de toda la vida, donde los domingos compraba el periódico y a nosotros alguna que otra baratija de niño, empezó a comprar aquellas revistas de desnudos, fue un gran cambio. Recuerdo como cierto domingo (quizás no fuera exactamente a principios de 1976) vino mi abuela Concha a comer a casa. En la mesa bajita de delante de los sofás, mi padre tenia ahí la revista “Interviú”, famosa por sus artículos de interés y como no, por sus desnudos de famosas en sus páginas centrales. Mi abuela le armo una bronca a mi padre porque según ella, “aquello era de muy mal gusto y vaya ejemplo tan asqueroso que le estas dando a tus hijos”….Mi padre le respondió que él no consideraba que el cuerpo humano fuera algo asqueroso, y que él quería que sus hijos no tuvieran tabúes ni perjuicios. No se si lo habrá conseguido…..Entre todas aquellas bellas mujeres ligeras de ropa, quizás destacaban dos en concreto, Agata Lys (nuestra particular “Marlilyn Monroe”) y Susana Estrada (una especie de “Cicciolina” a lo español).



















Aquellas tardes de invierno al acabar a las 5 el colegio, recuerdo que volvía a casa, merendaba y me ponía a jugar con mis hermanos. Al rato, empezaba la programación infantil en televisión. Recuerdo el programa presentado por aquella presentadora, tristemente desaparecida, Mª Luisa Seco. El programa se llamaba “un globo, dos globos, tres globos”. Recuerdo también como en aquella época, no hacia más que recopilar sellos, esa nueva afición que había empezado. Toda carta que encontraba por casa, le recortaba el sello, lo metía en agua para despegarlo del sobre y lo metía en una caja metálica que tenia donde los guardaba. Empecé a atesorar sellos, sobre todo, los clásicos con la efigie de Franco. Recuerdo las primeras monedas que empezaron a circular con la efigie del Rey, Juan Carlos I rey de España.




En los telediarios seguían apareciendo noticias de “elementos subversivos”, de numerosas huelgas “ilegales”, así como se hablaba de la sombra y presencia del terrorismo. En mi inocencia de niño, pensaba que aquello del terrorismo consistía en que por las noches, entraban aquellos malvados en una casa normal, como la nuestra, y se dedicaban a darnos sustos. Esa sensación de cambio que he dicho al principio también se notaba en la calle, la gente estaba nerviosa. Se hablaba también de crisis económica, de desempleo, de cierre de fábricas y de inestabilidad política. Pero había algo de lo que también se hablaba y mucho, AMNISTIA. Recuerdo también que por las calles, en paredes y muros, aparecían pintadas con las palabras “amnistía y libertad”.






Una noche de aquel invierno, me encontraba bastante mal de mi enfermedad. Todos ya se habían acostado, pero yo no podía dormir. Antes de acostarme, mi madre ya me había dado todas las medicinas que debía tomarme en caso de estar con mis ataques. Entre ellas, recuerdo los famosos supositorios de Solufina Sedante. Aquellos “misiles anales” me descomponían algo el estómago. Aquella noche, después de un retortijón de barriga, me tome un vaso de agua y casi me asfixie al tragarlo. Un rato después, viendo que no se me quitaba el asma, mis padres se levantaron y decidieron llevarme a un dispensario médico para que me pusieran una inyección de cortisona. Aquella inyección era como mano de santo. Me llevaron a lo que se conoce por aquí como “la casa de socorro”, en pleno centro de nuestra ciudad. Cuando llegamos allí, subimos al primer piso y nos dijeron que debíamos esperar, que el personal médico estaba operando a un accidentado de un accidente de coche. Cuando salió el médico, iba con su bata completamente ensangrentada, parecía un carnicero. Aquello me asusto un poco. Durante la espera, había estado mirando por la ventana, enfrente del edificio estaba el cine Ideal, y en su fachada en aquella época, todavía ponían esos enormes carteles pintados con la película que ponían en ese momento. Recuerdo como me impresionó el cartel de la película, y que le dije a mi padre que cuando estuviera bien, que me llevara a verla. Era un dirigible explotando, el dirigible “Hindenburg” y la película del mismo título, protagonizada por George C. Scott y Anne Brancroft (Mrs. Robinson, ya saben, la de “El Graduado”….). Al volver a casa, algo extenuado, y ya bastante mejor del ataque de asma, mi padre me llevaba en brazos. Me acuerdo que me pregunto se me había meado encima, ya que noto que mi pijama estaba húmedo. Yo le dije que no, y al llegar a casa, resulta que me sangraba donde me había pinchado el médico. No era nada grave, con unas friegas de alcohol, la hemorragia ceso. Fue lo que llamaríamos una noche sangrienta.

4 comentarios:

Garfio dijo...

Durante muchos años interviú debió ser la revista más comprada y menos "leída" de España.

Unknown dijo...

Como siempre, magníficas tus memorias. Vamos, no sé cuánto costará ahora pero, qué gracia.. el interviú a 40 pesetas....

Besos. Angie.

Que pase pronto la rachade jaleo en el curro, y así vienes a verme un dia d estos a mi blog,que se te echa en falta! jijiji!

El vulcano dijo...

Garfio: Decia mi padre que la compraba por los interesantes articulos....ay! que iluso, pensaba que a mi me engañaba. Si es que ya lo dice el refran: Tiran más 2 tetas que 2 carretas. Saludos.

Angie: A ver si me deslio, de verdad, disculpame pero apenas tengo tiempo de meterme un ratito en el blog. Intentare pasarme lo antes posible. Gracias. un besote.

Patri dijo...

Me encanta leerte.

Mis padres nos mandaban salir de la habitación si aparecía un rombo o dos.... Creo que ellos no tenían claro que significaban, jejeje.

Besotesssssssssss