Queridos navegantes: Creo que es la última vez que “bromeo” sobre la noche de difuntos, y es que no debería de haber escrito en el blog aquel artículo sobre la noche de difuntos. Mi abuela falleció el domingo 2 de noviembre, y en estos días he estado en la morgue, en el tanatorio, en el cementerio….como verán, unos escenarios muy de “Halloween”.
Podría tirarme horas y horas escribiendo sobre mi abuela, o dedicarme a relatar estos últimos días de sufrimientos, penas y nervios, pero de verdad, no puedo. Durante estos días he sido más Vulcano que nunca, ni una lágrima, ni un momento de desfallecimiento, allí fuerte y al pie de cañón. Es posible que mi parte humana, llegado un momento, salga a flote y en el momento más insospechado, una lágrima (o varias) asome por mi mejilla.
Solo decir que mi abuela se llamaba Carmen, y que durante el viaje de regreso de Sevilla intente quitarme las imágenes desagradables de mi mente y reemplazarlas por otras. Con mi abuela tengo muchas imágenes buenas, ratos bonitos, risas cómplices, pero si me quedo con una, es una tarde que yo tendría sobre unos 8 años y recuerdo como se estaba maquillando para salir. Recuerdo como la miraba absorto, como se pintaba las pestañas, se daba sombra de ojos y todas esas cosas que hacen las mujeres, y como ella al darse cuenta de que la miraba me dijo: “¿y tú que miras?” y recuerdo como me puse algo colorado y no sabia que decirle. Mi abuela esta(ba) tan guapa…..
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