viernes, 8 de agosto de 2008

1976 (IV) Queen Mercedes

Aquel verano transcurrió más o menos igual que los anteriores. Al terminar el colegio a finales de junio, durante unos días no hacíamos más que bajar a la calle a jugar. Ahora que lo pienso, en aquella época se vivía en la calle. Todos los niños del barrio estábamos en la calle, si no estábamos en los columpios de la plaza que había en la calle de atrás, estábamos en le campo de fútbol, o paseando por aquel campo delante de la fábrica, lleno de árboles y arbustos. Alguna tarde nos íbamos con mi madre y con algunos vecinos a la playa que había cruzando la carretera. Allí nos pasábamos la tarde, merendábamos y disfrutábamos de la playa.





Un día me levante temprano y me fui con mi padre al taller a “trabajar” con él. Necesitaba también un corte de pelo y siempre mi padre nos llevaba a mi hermano y a mi a un barbero que había en la calle de atrás del taller. El barbero se llamaba Pepito, un hombre un poco mayor que mi padre. Recuerdo que era la típica barbería de barrio, pequeña, con dos sillones de barbero, el inmenso espejo, las cuchillas, las tijeras y demás utensilios. Me acuerdo que como las sillas eran para personas adultas, y que para poder cortarme bien el pelo, me ponía una especie de cajón de madera entre el asiento y mi culo. La radio siempre encendida, las revistas que habían en las sillas de espera….y las conversaciones, lo típico fútbol y toros….




Los días de verano en el taller eran muy entretenidos, coches que entraban, se reparaban y salían. Recuerdo aquellos Seat 1430, o los Simca 1200, y como no, los Renault R-12…pero a veces siempre había algún coche extraño y particular. Recuerdo un Opel Kadett muy bonito. También recuerdo que más o menos por esa época oí la noticia de que se empezaban a fabricar coches Ford en España, en concreto, el modelo Fiesta.




Mis abuelos vinieron, como siempre, en agosto. Fueron a El Campello y esta vez alquilaron una planta baja, que tenia un patio enorme…. Aquella casita estaba muy bien. Recuerdo mucho el olor de la colonia que utilizaba mi abuelo. Venían en un Seat 1500 también con motor diesel. Se lo había comprado mi padre un par de años antes, cuando fuimos nosotros a Sevilla en 1974. Ese verano, mi padre le había localizado uno, de un taxista, lo había reparado de todo y lo había llevado al chapista, pintándolo de blanco. Aquel 1500 lo tuvo mi abuelo hasta 1982….Mary, mi tía, se había convertido en una adolescente de 14 años….Recuerdo que mi abuelo ya hablaba de política, de la reciente amnistía general dictada por el rey Juan Carlos el 30 de julio, pero yo seguía sin entender nada, porque a pesar del nuevo talante, todavía se guardaba una cierta compostura en las tertulias. Supuestamente, las leyes del antiguo régimen estaban todavía vigentes, y todavía no se habían legalizado los partidos políticos. Se hablaba de la reforma de las leyes y recuerdo que mi abuelo decía algo así como “nosotros no lo vemos nada claro”. Con la perspectiva del tiempo, era lógico, los comunistas como mi abuelo veían que la transición se pretendía hacerla sin contar con ellos, que durante décadas habían estado allí, siendo la organización más importante de oposición al Franquismo.




Casi a punto de terminar el verano, mi padre me dijo que se había comprado un coche. Cuando de su boca salio la palabra “Mercedes” se me ilumino la cara. En aquella época, donde solo habían Seat, Renault, Citroen Y Simca, el Mercedes suponía el símbolo de estatus social. Lógicamente, mi padre no daba el arquetipo de usuario de la marca de la estrella. Cuando llegue al taller para ver el famoso coche, me encontré con un modelo de finales de los años 50, era una berlina modelo 190 diesel. Aquel Mercedes estaba algo viejo, y muy estropeado. Un par de semanas después, recuerdo que mi padre me había dicho que lo estaba reparando. Cierto sábado, lo esperábamos en la calle, porque iba a venir con el coche ya terminado. Cuando lo vi entrar en la calle, me quede boquiabierto, con su pintura beige crema, reluciente, los asientos tapizados en polipiel, los cromados relucientes, era de verdad un coche precioso. Recuerdo como las puertas pesaban muchísimo y también el peculiar ruido al cerrarlas. El cambio de marchas lo tenia en la columna de dirección, muy en boga en los años 50, y mi padre, años después, me contaba la suavidad con la que funcionaba aquella palanca. Decía que pisaba el embrague, y simplemente empujando la palanca con un dedo, la marcha engranaba perfectamente. Al día siguiente nos fuimos a comer a casa de Ramón, el empleado que tenía mi padre, y cuando salimos, la estrella del radiador del Mercedes había desaparecido.





La misma tarde que fui a ver el coche la primera vez, recuerdo que puse la radio que mi padre tenia en el taller. Oí una canción que me gusto muchísimo, era del grupo ABBA, la canción era Dancing Queen….

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