Siempre me ha fascinado el mundo de la aviación, quizás influenciado, como por muchas cosas por mi padre. Mi padre con 10 años ingreso en la Escuela de Aeromodelismo, dependiente del entonces Ministerio del Aire. En aquella escuela les enseñaron las bases de la aerodinámica y de la construcción aeronáutica, así como la realización de maquetas que volaban igual que los aviones de tamaño real . Un compañero de la escuela intento convencer a mi padre para que se alistaran en el ejército del aire, pero mi “querida” abuela se lo prohibió terminantemente. En la actualidad, el compañero de escuela de mi padre, Durendez de apellido, es mecánico jubilado de aviones comerciales y ha trabajado en casi todas las líneas aéreas españolas de los 60 y 70, IBERIA, AVIACO Y SPANTAX. Por desgracia mi padre murió sin tan siquiera subir nunca a un avión. Durante las vacaciones del año 1984, mi primer año trabajando, me marche a Sevilla con mis abuelos. Fue la última vez que mi abuelo vino a Alicante, y de regreso a Sevilla, me marche con ellos en su coche. Para volver a Alicante, pensé que como ya ganaba dinero y me hacia mucha ilusión, me volvería en avión. En aquella época todavía volar era algo casi exclusivo de una minoría de gente bien acomodada económicamente. Recuerdo aquel viaje con mucho cariño, ya que mi abuelo, por medio de unos amigos, me consiguió el billete, no consintió que yo lo pagara, me lo regalo y además, me llevo al aeropuerto de Sevilla, donde nos despedimos y aquella vez fue la última vez que vi con vida a mi abuelo. Las cosas desde 1984 han cambiado mucho, después de aquella primera vez, he viajado en varias ocasiones en avión y es que el viajar en avión se ha convertido en algo casi cotidiano. Los operadores de Low Cost y las grandes ofertas para viajar han abaratado tanto los costes que cualquiera se puede permitir el viajar en avión. Claro eso si, en detrimento de la calidad, antes las guapísimas azafatas te daban el periódico, el desayuno, el famoso zumo de naranja de IBERIA, etc., ahora, apenas te dan nada, los asientos son más pequeños, incómodos y estrechos (me refiero por supuesto, a la clase “turista”). Después he viajado en varias ocasiones en avión y casi nunca he tenido problemas y casi siempre me ilusionaba la idea de hacerlo, quizás ya digo, porque el mundo de la aviación siempre me ha interesado. El caso es que en abril del año pasado me fui a Nueva York y creo que ese viaje me hizo cambiar mi forma de pensar sobre la aviación comercial, y desde luego, de una forma muy negativa.
Nicole había sacado su billete un par de meses antes de que yo lo hiciera, ya que me decidí a acompañarla en su primera etapa del viaje a los Estados Unidos. Cuando saque el billete por Internet cuide mucho que coincidiéramos en los dos vuelos de ida, el de Alicante a Madrid y Madrid a Nueva York. Conseguí que el segundo fuera el mismo, pero el primero, no tuve esa suerte. De todos modos, 24 horas antes del vuelo, nos fuimos al aeropuerto e intentamos si había alguna manera de poder ir los dos juntos en ambos vuelos. A Nicole se le ocurrió una pequeña “mentirijilla” que fue decir que nos íbamos a casar en Nueva York (de repente me vi con novia, boda y fecha de la misma), el caso es que el personal de tierra de los mostradores de IBERIA en Alicante nos trato estupendamente, y consiguieron lo que pretendíamos, que fuéramos juntos en ambos aviones. Incluso en el de Madrid a Nueva York, como fuimos 24 horas antes, nos dio las tarjetas de embarque y nos puso en unos asientos a lado de una de las puertas del avión, para que fuéramos algo más cómodos. Al día siguiente partimos, llegamos a Madrid sin mayores problemas y cambiamos de terminal y nos dirigimos a la puerta de embarque del avión a Nueva York. Nada más iniciar el embarque, por megafonía anuncian mi nombre (fui el “afortunado” de 300 pasajeros), me presento en la mesa y de repente me cogen mi tarjeta de embarque, y con un bolígrafo, me tachan mi número de asiento y me asignan otro. Nicole protesta enérgicamente diciendo que vamos juntos y que soy su futuro marido, y entonces a ella le cogen el billete, le hacen lo mismo y la pasan a primera clase. Nicole vuelve a protestar hasta que al final, con muy malos modos, la “azafata” de tierra, vuelve a tachar nuestros billetes y nos asigna dos asientos juntos. Cuando llegamos al avión, encontramos nuestros sitios, que no eran los que teníamos asignados 24 horas antes desde la terminal de Alicante, nos sentamos y en ese momento vienen 2 personas que tenían asignados esos mismos sitios. Llamamos a la azafata (una mujer algo madura, creo que empezó a trabajar como azafata en el dirigible Hindemburg……) se volvió hacia nosotros con un tono de enfado diciendo “me lo están poniendo Vds. muy difícil”…..Después de aproximadamente unos 20 minutos en el pasillo, estorbando al resto de pasajeros, por fin, conseguimos sentarnos en esos mismos asientos y pudimos viajar juntos hasta Nueva York. Nicole después de los 3 días que pasamos en Nueva York partía en tren hacia Chicago y yo, regresaba a España a trabajar. Estaba algo nervioso, ya que mi inglés es muy elemental y me daba algo de miedo enfrentarme al idioma yo solo en el aeropuerto. No tuve ningún problema y pase a la terminal y llegue a la puerta de embarque. Embarcamos en hora y mirando el reloj, el despegue se retrasaba…..El avión era un Airbus A-340 de la compañía IBERIA, un cuatrimotor bastante grande con capacidad para unos 300 pasajeros aproximadamente y que al lado de los “Jumbo” de la BRITTISH AIRWAYS parece un “avioncillo”. Después de un retraso de más o menos media hora, salimos hacia la pista, habían un motón de aviones y quiero pensar que el retraso se debía al exceso de tráfico aéreo. Llegamos a la pista de despegue, el avión comienza la carrera, los motores rugen al máximo y justo en el momento que esperas que el avión levante el vuelo, se oyó una especie de ruido extraño y el comandante, afortunadamente, aborto el despegue y siguió en la pista hasta el final, decelerando el aparato y volviendo otra vez a la terminal. Nos dijeron que debido a una “anomalía técnica” el comandante había decidido abortar el despegue y que los mecánicos estaban revisando el aparato que ya nos irían informando. Después de 4 horas en el avión sin tan siquiera ofrecernos nada de beber (según me entere después, las leyes americanas no permiten desprecintar la comida y bebida de los aviones si no han despegado….ridículo ¿no les parece?) nos dicen que volvemos a despegar. Pero esta vez, pasados unos 20 minutos, los motores se paran y sin tan siquiera habernos movido de la terminal, nos informan que IBERIA suspende el vuelo y que procedamos a desembarcar. Quiero por un momento que se imaginen lo que se me paso por la cabeza en ese momento:” ¿Cómo regreso a casa? , es la primera vez que me pasa esto ¿tendré que comprar otro billete?, mañana debería de estar trabajando, imagino que mis jefes se harán cargo de mi situación. Si no tengo dinero en la tarjeta para pagarme otro pasaje tendré que ir a la embajada, menos mal que tengo la dirección….joder estoy a miles de kilómetros de mi casa y no domino bien el idioma, quiero volver, que agobio….menos mal que el piloto….mira que si despegamos y el avión se cae en mitad del Atlántico….”
Desembarcamos, recogimos las maletas y con todo el agobio que tenia por el idioma caí en la cuenta que el avión era de una compañía española y que habrían más españoles en el avión y así fue. Me “acople” a una simpática pareja de Madrid que la chica estaba medio llorando porque estaba preocupada por sus hijos que los había dejado con su hermana. Me ayudaron a pasar el trago algo mejor. Nos llevaron a un hotel dentro del mismo aeropuerto Kennedy, y nos iban medianamente informando de nuestra situación, pero no se concretaba nada. Entre lo tarde que era, el descontrol del horario (claro tuve que esperar a las 3 de la mañana hora de Nueva York para llamar a España, que a esa hora supuestamente salía de Madrid con destino a Alicante…..). El caso es que a las 12 de la mañana del día siguiente nos informan que nuestro vuelo saldrá por la tarde a eso de las 18.30 (24 horas después de cuando debía de haberlo hecho) y nos habían traído de Madrid otro avión. Perdí un día de trabajo, y además de la situación tan estresante. De hecho estuve casi una semana “recuperándome” del viaje. Al llegar por fin a Madrid puse una reclamación y en primera instancia me informaron que a lo mejor tenia derecho a una pequeña indemnización o por lo menos a la devolución del billete. Después de escribirles varias veces a la compañía, muy amablemente me dijeron que no tenia derecho a ninguna reclamación porque la avería del avión había sido detectada en los controles previos al despegue. Consultado con la oficina del consumidor me dijeron que no tenia nada que hacer…..
En resumidas cuentas no cobre dinero alguno por haber perdido un día de trabajo, y no solo eso, los nervios que pase, la incertidumbre, la tensión. Cuando desembarcamos en Nueva York después de anunciarnos que suspendían el vuelo, me di cuenta de que el resto de pasajeros estaba igual o peor que yo. Gente histérica, gritando al personal de tierra y pidiendo explicaciones, gente llorando todo un espectáculo. El caso es que también tengo que decir que el piloto afortunadamente no quiso despegar, quizás aquello nos salvo la vida. El caso es que mi opinión sobre la compañía IBERIA no es muy satisfactoria, ya no solo por el hecho hacerme perder un día de mi vida, sino por el tratamiento que tuve a la ida, no tengo miedo a volar pero desde luego, si tengo que hacerlo intentare que sea en cualquier otra compañía en la medida de lo posible.
Pd.: Le pido disculpas a la azafata del vuelo Madrid-Nueva York, evidentemente no es tan mayor como para haber trabajado en el Hindemburg…..pero en los Lockheed Constellation de los años 50 seguro que si…..