A pesar de que hacia ya varios años que ya sabia que los reyes magos eran los que eran, me seguía haciendo ilusión la noche de reyes. Aunque sabia más que de sobra los regalos que iba a tener, y a pesar de que participaba del engaño hacia el resto de mis hermanos, el despertarme y ver los regalos, los nervios de mis hermanos, me gustaba mucho. De hecho, incluso hoy en día a mis 41 años, me sigue pareciendo una noche/mañana especial.
Por aquella época me suena escuchar algo sobre la autonomía del País Vasco, termino que por cierto me sonaba a muy nuevo, hasta entonces las provincias que formaban dicho país se les llamaba Vascongadas. También empecé a comprender él porque había surgido la E.T.A. y cual era su reivindicación.
En el colegio las cosas me iban fenomenales. Además de tener un grupo de amigos con los que realmente me lo pasaba bien, mis resultados académicos eran inmejorables. Nunca he tenido unas notas tan brillantes como en aquel curso, 5º de E.G.B. Doña Leonor era una magnifica profesora y supo incentivarme para sacar mi máximo rendimiento. Pero claro, no todo era de color de rosa, evidentemente destacaba mi buen año, mi alegría, mi cara de felicidad y eso me hizo ser blanco de algún mal comentario y suscitar envidias de algunas personas, entre ellas, una tal Rosario, compañera, que se enfrasco en una guerra hacia mi, inútil. Cuando Doña Leonor preguntaba algo, yo evidentemente levantaba la mano, ella también lo hacia y se cabreaba cuando me elegía a mi; pero sin embargo, cuando a veces le tocaba a ella responder, fallaba siempre. Mi amistad con Amadeo fue creciendo en intensidad hasta el punto de casi éramos inseparables. Un domingo me propuso ir por la tarde a un hotel en el centro de Alicante para ir a una charla- exposición o no se muy bien que era aquello. Me costo muchísimo convencer a mis padres para que me dejaran ir, ya que el barrio de San Gabriel esta en las afueras de la ciudad, y en aquella época, San Gabriel era más bien un pueblo. El ir al centro de la ciudad casi era un pequeño viaje. El caso es que al final lo conseguí y me fui con Amadeo, aunque las advertencias de mi padre: “llevar cuidado con los coches al cruzar las calles, no habléis con desconocidos, ojito donde os metéis” y por otro lado, la ropa de abrigo que mi madre me puso, parecía que me iba de expedición al Polo Norte. Quedamos en la parada del autobús y en la Plaza de Los Luceros, bajamos, ya que hay estaba el hotel. Pensándolo bien aquello debía de ser alguna demostración comercial para venderte algo, porque en el hotel nos dieron largas, lógicamente. Dos niños de 10 y 13 años no teníamos edad para aquello. El caso es que nos dijeron que nos pasáramos más tarde y dimos un paseo por el centro de la ciudad. El hecho de pasear yo solo, sin mis padres, por la ciudad me dio una extraña sensación, pero al mismo tiempo me gusto, me sentía mayor e independiente. Compramos pipas y nos sentamos en un banco de un parque cercano. Volvimos al hotel, donde definitivamente nos dijeron que no podíamos pasar al evento y decidimos regresar. Aquella tarde la recuerdo con mucho cariño.
A finales de febrero oímos la noticia de la despenalización del adulterio, cosa que dicha así, a mi me sonó a chino. Claro que luego en la conversación de sobremesa entre mis padres, me lo explicaron. Yo ya a esa edad empezaba a preguntar cosas, cosas que no entendía, porque me sentía muy adulto, a diferencia de mis hermanos que los veía como muy niños. De todos modos me seguía quedando embobado mirando los dibujos animados en la televisión, sobre todo unos nuevos que empezaron que se llamaban MAZINGER-Z e iba sobre un super robot gigantesco, como lo que serian hoy en día los “transformers”. Pero también por las noches me gustaba una serie que se hizo muy famosa: “Un hombre en casa”, británica, y trataba sobre un piso que alquilaban dos chicas y un chico y los equívocos que daban la situación. Hoy en día nos parece de lo más normal que chicos y chicas vivan juntos sin que sean pareja, pero en aquella época, y más en España, un piso de solteros era casi sinónimo de ser un poco golfo, y no te digo nada si ese piso se compartía y más entre personas de distinto sexo…..
Mis padres seguían muy atareados con los preparativos del nuevo piso, así como la inminente mudanza que seria en abril de ese año. Otra novedad era que mi padre por fin ingresaba en el régimen general de la Seguridad Social, desde el año anterior, los trabajadores autónomos ya podían tener derecho a la asistencia sanitaria y no tener que pagar a una mutualidad como hasta entonces. Una noche me quede a dormir en casa de Fina, ya que a veces, Jesús le tocaba el turno de noche, y Fina le daba algo de miedo dormir sola. Un día se lo comento a mi madre, y así, cuando Jesús trabajaba de noche, alguno de nosotros nos quedábamos a dormir en su casa. Esto me hace pensar la gran amistad que había entre nosotros, porque mi a mi padre no le hacia ninguna gracia que durmiéramos fuera de casa, pero con Fina, ningún problema. Mi padre quería mucho a Fina, la apreciaba muchísimo. Esa noche en concreto, Fina me hizo una especie de interrogatorio sobre lo que yo sabia del sexo. A pesar de que me daba corte hablar y de que no quería que se enteraran mis padres, confesé lo que sabia. Unos días después de aquello oí hablar a mi madre y a Fina, y ésta le decía a mi madre: “José es un chico especial, sabe mucho, más de lo que creéis, es muy adulto….” Pero no dijo nada más, para mi fue muy importante que me guardara el secreto. Claro que a partir de entonces cuando los mayores hablaban en casa y salía alguna “bordería” que supuestamente nosotros los niños no entenderíamos, yo seguía disimulando mi risa pero Fina me miraba y me hacia un guiño malicioso de complicidad….
A punto de llegar la primavera escuche la noticia de que habían secuestrado al ex primer ministro italiano, Aldo Moro. Su secuestro, por parte de la organización terrorista Las Brigadas Rojas, termino trágicamente 54 días después, cuando encontraron su cuerpo en le maletero de un Renault 4…..recuerdo el impacto de la noticia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario