viernes, 31 de agosto de 2007

1974 (IV) EL CORAZON QUE A TRIANA VA...



Creo que me he saltado la semana santa, a pesar de que pretendía ser lo más fiel cronológicamente hablando, me es a veces casi imposible. Mis recuerdos a veces me juegan malas pasadas. De todas maneras, recuerdo por aquella época (podría ser el año 1975 también) que la semana santa era algo terrible. Casi siempre estaba malo, si no estaba constipado, estaba con asma o cualquier otra dolencia. Recuerdo también que casi siempre había días de muchísimo calor y días que llovía casi como en un monzón. Recuerdo una de esas, que tenia fiebre y mi padre me trajo un cochecito de juguete que había comprado en el kiosco de prensa. También recuerdo los fascículos de la “Enciclopedia del Automóvil de Salvat” que mi padre por aquel entonces estaba coleccionando. Mi madre era quien siempre pasaba las noches en vela conmigo, cuando los ataques de asma eran tan fuertes, lo único que me aliviaba era que mi madre me meciera en su regazo hasta que rendido de puro agotamiento, me dormía. Y lo más terrible de todo, es que encima de que estabas malo, tampoco podías ver la tele, ya que solo había misas, procesiones y música sacra. Los bares, cines y demás establecimientos de ocio se cerraban, España era una, grande, libre…y por supuesto, como Dios manda, Católica y apostólica….
Creo que seria por mayo o por junio, cuando nos fuimos de viaje. Mi padre casi nunca tenía vacaciones, por lo que aquello de irnos de viaje, fue todo un acontecimiento. El destino, Sevilla, donde vivía mi abuelo Pepe (el padre de mi madre). Mi abuelo enviudo de mi abuela nada más nacer mi madre. Después estuvo unos años en la cárcel (por sus ideas políticas) y al salir, conoció a mi abuela, Carmen (para mi, a pesar de no ser la madre de mi madre, es mi abuela, siempre lo ha sido….). Después se marcharon a vivir a Sevilla, donde mi abuelo tenía un hermano que le ofreció trabajo, y mi madre, que ya había conocido a mi padre, decidió quedarse a vivir en Alicante. Allí en Sevilla, unos pocos años antes de yo nacer, nació mi tía, Mari. Yo nací unos pocos años después, por eso, más una tía, es como si fuera una hermana mayor para mi.
De Alicante a Sevilla hay aproximadamente unos 600 km., no es mucho, mirándolo hoy en día, pero tal y como eran las carreteras de aquella época y los coches que habían por entonces, esos 600 km. se hacían eternos, de hecho, el viaje se hizo en 11 horas… Salimos a eso de las 5 de la madrugada, pasamos primero por la panadería del barrio a comprar pan recién hecho, para el viaje. Aquel 1500 iba cargado hasta los topes, detrás, íbamos mi bisabuela, mis hermanos Elisa y Fernando y yo. En el asiento delantero, que era todo corrido, ya que el cambio de marchas estaba en el volante, iban mis padres y en una especie de canastilla, mi hermana Vero. Recuerdo como ver el amanecer desde el parabrisas trasero del coche, con el ronroneo de aquel motor Perkins, sobre todo los colores del cielo, que precioso me pareció. Paramos varias veces, una de aquellas paradas fue en Loja, provincia de Granada, donde compramos “piononos”, unos dulces típicos de la zona. Eran ya sobre las 11 de la mañana, llevábamos como 6 horas de viaje, y cuando nos volvimos a subir al coche, y mi padre arranco, se coló la rueda delantera derecha en un socavón que mi padre no había visto. Recuerdo como un grupo de hombres salio al auxilio de mi padre, como entre todos, empujaron el coche y al final salio. Llegamos a Sevilla a eso de las 4 de la tarde…hacia mucho calor. La casa de mis abuelos estaba en Triana, el populoso barrio de Sevilla, era un edificio moderno, mis abuelos vivían en el piso 8º, con lo cual, para nosotros, otra novedad, el ascensor. Nosotros en Alicante, vivíamos en un piso 3º, de un edificio que no tenía ascensores….
No se exactamente cuantos días estuvimos, pero a diferencia de lo que ocurría con la familia de mi padre, éste en Sevilla, estaba muy a gusto. Quizás es porque mi abuelo lo quería también mucho. Mi abuelo le pedía consejo sobre su coche y mi padre se desvivía por agradar a mi abuelo. Recuerdo que una mañana, salimos a pasear mi padre y yo solos. Llegamos andando hasta la calle Betis, que esta pegada al Guadalquivir, y allí vimos a un pescador que estaba pescando en el río. A mi padre le gustaba la pesca, así que entablo conversación con el pescador. Delante de nosotros saco un pescado enorme y nos lo regalo. Cuando llegamos a casa de mi abuelo, lo metimos dentro de la bañera, y el pez empezó a nadar…. No se si al final nos lo comimos. Sevilla es una ciudad muy bonita, incluso en mis recuerdos de niño, me impresiona lo bonita que me pareció ya en esa época. Recuerdo pasear todos por la plaza de España, con los coches de caballos por allí, recuerdo una noche cenando en el barrio de Santa Cruz, y también recuerdo una tarde, que vimos la esclusa del río. Recuerdo que una tarde mi hermana Vero se comió ella sola como media docena de plátanos. Otra cosa que recuerdo, con cierta gracia, fue como entre mi hermana Elisa y mi tía Mari, me disfrazaron con un viejo traje de faralaes de mi tía, de sevillana; me pusieron pendientes y collares, y yo, como un tonto, me deje hacer. También recuerdo como mi abuelo me hecho una bronca porque una noche no me podía dormir, había visto en la tele un programa donde salía un esqueleto, y a mi me daba miedo dormir. Es curioso, recuerdo mucho los olores, y mi abuelo tenia un olor también muy especial y característico. Me acuerdo del aquel SIMCA 1000 de color azul marino que tenia. El día que volvimos, cambiamos de ruta, en vez de irnos por Granada, fuimos por el centro, por Ciudad Real-Albacete, mi abuelo nos acompaño hasta pasado Córdoba, esa parte del viaje, lo hice en el SIMCA, con mi abuelo. El viaje de vuelta fue igual o peor de tortuoso, y a la entrada del barrio, mi hermano Fernando dijo:….”pues yo no quiero ir a casa, yo quiero dar una vuelta con coche…..”. En general, fueron unos días inolvidables, que me impactaron mucho, creo que es uno por no decir, el mejor recuerdo que tengo de mi niñez.






Sevilla, en el parque de los Príncipes.

7 comentarios:

JuanMa dijo...

Aproveche estas vacaciones y vaya usted a por su corazón ¡caramba! ¿Cómo va usted a ir por ahí descorazonado? Con los cambios de fechas que sean pero ¡vaya!.

Patri dijo...

Por favor, si es que me chifla como escribes, de verdad, la sensación es que vivo contigo esos momentos.

¡¡Vuelve pronto que te echo de menossssssss!!

Besotesssssssssss

tan versátil como acústica dijo...

no, que la angustia mata.

El vulcano dijo...

Garfio: Descorazonado o no, aqui sigo en la brecha. Como Vd. ya sabe, he concluido mis vacaciones anticipadamente y además sabe que los planes no han salido como yo esperaba, pero bueno, he vuelto. Saludos.

Patri: Hoy he regresado, ya me pasare por tu blog a verte, de todas maneras, seguire contando cosas, y he pensado que cuando acabe 1974, contare recuerdos de otros años, no me extendere tanto, pero creo que sera bonito volver a vivir esos recuerdos. En parte me alegro de volver y encontar a todos mis amigos virtuales.Besos.

Versatil: Quizas la angustia me mate, pero en serio, la idea de contar mis recuerdos forma parte de mi terapia, en serio, mi psicologa me lo sugirio. Debo confesar que yo ya lo habia pensado antes, y lo que "pretendo" todavia no lo se explicar porque quizas ni yo mismo lo sepa. En cualquier caso, gracias por visitarme y espero que te gusten los próximos "capítulos". Un saludo.

Unknown dijo...

Por mi te puedes extender tanto o más, de verdad! soy mu pesá pero creo que tus crónicas "1974" son de lo mejorcito que he leido en la blogosfera, de verdad.

Un beso.

El vulcano dijo...

Angie: Gracias, me halagas demasiado, aunque como vanidoso que soy, me encanta. Saludos.

Anónimo dijo...

Me has hecho emocionarme y te aseguro que cada vez es más dificil. Gracias por recordarme momentos tan buenos, es curioso que tambien sean ratos inolvidables para mi....al igual que todas las personas que figuran en ellos.
Sabes que ocupas un hueco muy especial en mi corazón, aunque me recuerdes lo de Mari, esas terribles fotos y algunas cosillas más.
Besos y por favor no lo dejes