jueves, 11 de junio de 2009

1981 (I) ¡Quieto todo el mundo!

Aquel año empezó con muchos cambios en nuestras vidas, a destacar entre todos, el nacimiento de mi hermana pequeña Tatiana. Los últimos meses del embarazo, mi madre, de 39 años, estuvieron llenos de problemas y se pasaba más tiempo en el hospital que en casa. Finalmente, un sábado por la mañana, mi padre se levantó y se marcho a comprar el periódico y al volver mi madre estaba barriendo el pasillo de casa. Al rato, con toda la tranquilidad del mundo le dijo a mi padre: “José, voy a bajar a ver a Queta, que creo que ya estoy....” A lo que la expresión de la cara de mi padre cambio radical, el pobre se puso más blanco que la pared. Como una media hora después, subió mi madre de casa de Queta y le dijo a mi padre que se la llevara al hospital. Un par de horas después mi padre me llamaba por teléfono para decirme que había tenido una preciosa hermanita aquel sábado 7 de febrero.


Pero no solo fue el nacimiento de mi hermana lo que cambió en nuestras vidas, yo, por ejemplo, estaba en mitad de 8º y terminaría ese año la E.G.B. En septiembre empezaría el bachillerato y después me plantearía que carrera debía estudiar. De hecho, ya desde que empezó el curso, en aquel colegio nos inflaron a hacer test de formación y de orientación para saber que caminos deberíamos seguir conforme a nuestras capacidades. En mi caso me salían que estaba preparado para carreras de ciencias, medicina o matemáticas, así como que mi capacidad de organización me hacia perfecto para el trabajo administrativo o de oficina, y que mi vitalidad y mi responsabilidad me hacían perfecto para ser capitán de barco....pero yo en realidad estaba hecho un lío y aquello no me ayudo mucho que digamos. Recuerdo un domingo por la mañana que dando un paseo con mi padre me pregunto que quería ser de mayor y no supe que decirle. Por un lado me llamaba la atención la medicina, pero no me veía capacitado para terminarla. Por otro, mi pasión por lo coches me hacía pensar que podría ser un diseñador de coches o algo así, pero no sabia muy bien que debía estudiar. Yo lo único que sabia es que me gustaba hacer maquetas con Vicente, mi compañero de clase. A veces, cuando a Vicente le suspendían alguna asignatura, su padre, capitán del ejército, le imponía duros castigos y entre ellos le prohibía hacer maquetas. Recuerdo incluso una vez que su padre le tiró a la basura las maquetas, las pinturas y pinceles y demás herramientas para hacerlas. Recuerdo que ese día, las rescato de la basura, me llamo por teléfono y al rato allí estaba yo en su casa, con una bolsa y me lleve sus cosas a mi casa hasta que pasará la tormenta. Vicente y yo éramos inseparables, compartíamos las maquetas y las aficiones, aunque también discutíamos mucho sobre política. Su familia, toda de militares, eran algo reaccionarios, incluso nostálgicos del antiguo régimen franquista, aunque Vicente me admitía que la libertad no era tan mala. Por eso creo que mi ideología completamente opuesta a su familia le daba otro punto de vista y porque no decirlo, a mi también me pasaba lo mismo. No todos las personas de derechas eran malas personas…
Por aquel entonces en televisión ponían una serie americana algo insustancial, Billy Joe y su mono, que iba de un joven camionero que tenia un mono como mascota. El malo de aquella serie era un policía llamado el Sheriff Lobo. También recuerdo que los domingos por la tarde hacían un programa titulado Tertulia con.... que presentaba Fernando Fernan Gómez y el programa iba de eso, una tertulia entre personajes relacionados con la cultura y las artes. Aunque grabado en un estudio, el programa quería dar a entender que esas tertulias se hacían en la casa de Fernando Fernán Gómez y recuerdo que conforme iban llegando los invitados, llamaban a la puerta y él salía a abriles y a recibirles. Recuerdo que mi padre bromeaba diciendo que Fernando Fernán Gómez se ponía otro, y otro, y otro lingotazo de Whisky entre charla, timbre de puerta, invitado que llegaba y según decía mi padre, al final del programa llevaba una buena cogorza.





En cuanto a los acontecimientos políticos, el gobierno de la UCD, partido que había ganado las últimas elecciones no atravesaba por su mejor momento. Además de las luchas internas, y de la sombra de que los militares nostálgicos dieran un golpe de estado, estaba también la feroz oposición del grupo socialista, encabezado por Felipe González. La crisis económica, el desempleo, la inflación y el terrorismo tampoco ayudaban mucho a aquellos primeros gobiernos de nuestra joven democracia. Ante aquella situación y quizás un poco presionado por todo ello, Adolfo Suárez, presidente del gobierno, a finales de enero presentó su dimisión. El lunes 23 de febrero se procedía a la votación de investidura del candidato al cargo presentado por el partido ganador, la UCD, Leopoldo Calvo Sotelo.

Aquella fría tarde de febrero salí del colegio a las 5, como de costumbre y me fui derecho a casa. Tenia que hacer unos ejercicios de inglés y de ciencias naturales, así que me puse en la salita, y mientras veía la televisión hacia mis deberes. Mis hermanos estaban en la calle jugando y a eso de las 8 subieron para casa a cenar. Mi padre normalmente llegaba sobre las 9 ó 10 de la noche de trabajar, por eso, al verle entrar en casa a poco más de las 8 pasadas, me sorprendió. El pobre estaba tan blanco y con una cara de susto que yo nunca le había visto. Entonces nos preguntó a mi madre y a mi si estabamos todos en casa, a lo que mi madre dijo que sí. Entonces nos contó que estaba en el taller trabajando y que alquilen le dijo que los unos militares habían entrado en el congreso de los diputados. Que entonces pusieron la radio y que todas las emisoras empezaron a emitir música militar, y que a continuación, el Teniente Coronel Millans del Bosch, capitán de la 3º región militar (a la que pertenece Valencia y Alicante) dio un parte, anunciando el toque de queda en dicha región. Me preguntó también si habían dicho algo en televisión, pero en la primera cadena que es lo que yo estaba viendo, no dijeron nada, siguieron con la programación normal que hacían a esas horas. A las nueve, en teoría, empezaba el telediario, pero por sorpresa, a dicha hora, en vez de poner el telediario, pusieron una película de Bob Hope. En ese momento quizás empece a darme cuenta de que ocurría algo realmente grave. Desde hacia un rato, habíamos localizado varios transistores en casa, y sintonizamos varias cadenas de radio, entre ellas algunas a nivel nacional donde daban algo más de información, ya que las cadenas regionales seguían con la música militar. En uno de los intermedios de aquella insustancial película, anunciaron que el Jefe del Estado, el Rey Juan Carlos I, iba a dirigirse a la nación. Y al rato, apareció nuestro rey, vestido de militar, informándonos de lo acontecido y de que se estaban tomando las medidas oportunas para garantizar la supervivencia de la democracia. Aquel mensaje nos tranquilizo a todos. A continuación, en televisión ya empezaron a hacer conexiones con la Carrera de San Jerónimo, donde se encuentra el congreso de los diputados. También emitieron las imágenes que dieron la vuelta al mundo, del momento en que el Teniente Coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero irrumpía en el hemiciclo, interrumpiendo la sesión, pistola en mano, y dando un par de tiros al techo, dijo aquello de “quieto todo el mundo” “al suelo, coño”. Recuerdo como el ministro de defensa, el General Gutiérrez Mellado, se levanto de su escaño a pedir explicaciones y que como un par de chulescos guardias civiles lo agarraron y lo intentaron tirar al suelo. Recuerdo como mi padre les llamó de todo a aquellos “patriotas” que se creían que nos iban a salvar a todos los españoles. Por supuesto, mi padre le dijo a mi madre que nosotros no iríamos al colegio al día siguiente hasta ver que pasaría con los acontecimientos. Recuerdo que a eso de las 3 de la madrugada, mi padre me obligo a irme a la cama, a pesar de mis protestas. Recuerdo que cuando me metí en la cama, encendí un transistor de radio y me puse a escuchar la radio un rato hasta que me dormí…..


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