Nos mudamos al barrio de San Blas por prescripción facultativa. Resulta que cuando yo me asomaba a la balaustrada de la casa de la calle San Vicente, al entrar dentro de la casa, tenia la cara manchada del humo de los coches. Claro, con mi enfermedad, el médico recomendó a mis padres un cambio. Aunque también hay que reconocer que la casa se había quedado pequeña para una familia con 3 hijos y con la abuela.
El piso de San Blas era en aquella época bastante nuevo, tendría unos 10 ó 15 años que comparándolo con la antigua casa, no era nada. Era un primer piso, a la entrada estaba el salón, que daban las ventanas a la fachada del edificio. A continuación venia un largo pasillo, con las puertas de las habitaciones y el cuarto de baño. Al fondo de ese pasillo, estaba la cocina y la galería-patio, que al ser un primero, disponíamos de un amplio patio de luces.
Recuerdo también que a pesar de tener este patio, mi madre tendía la ropa en la azotea del edificio. Allí conocimos a una vecina, que vivían en el cuarto, y que tenia una hija de más o menos mi edad (4 años) que se llamaba Paloma.
Mi madre ya estaba embarazada de mi hermana Verónica (la número 4) y recuerdo que lavaba los pañales de mi hermano Fernando en una pila. En aquella época todavía no existían lo pañales de usar y tirar. Recuerdo aquellos pañales, eran como unas vendas enormes, que se doblaban varias veces y se sujetaban con una especia de bragas desmontables y se abrochaban con imperdibles.
Verónica nació en abril de 1972, y ponerle el nombre de Verónica fue toda una odisea. Mi madre quería llamarla Mónica, pero mi hermana Elisa y yo, en vez decir Mónica, decíamos “albóndiga” (no me pregunten porque…) así que Emilia, mi bisabuela disuadió a mi madre de ponerle ese nombre. Mi padre quería ponerle Bárbara, pero mi madre no quería porque resulta que en nuestra ciudad existen dos castillos, el de Santa Bárbara y el de San Fernando, y como mi hermano se llamaba Fernando, mi madre decía que la gente se iba a reír con la broma. Cuando nació mi hermana, mi padre le pregunto a mi madre antes de ir al Registro Civil, y mi madre de repente dijo: “Verónica”.
Cierto sábado de aquella época, y quizás porque mi madre estaba harta de lavar a mano tanta ropa, mis padres compraron la primera lavadora automática que tuvimos. La trajeron a casa y la desembalaron, y un amigo de mi padre, Fele, vino a casa a enseñarnos su funcionamiento. La lavadora la instalamos en el patio de la casa, y Fele nos dijo que la cargáramos de ropa, nos enseño a poner el detergente y nada, la lavadora se puso en marcha. Fele se despido y se marcho, mi padre se metió en la ducha y mi hermana Elisa y yo, nos quedamos mirando la lavadora desde la ventana de la puerta del patio, dentro de la casa. Cuando la lavadora empezó a centrifugar, debido a que no le habían quitado una de las sujeciones del embalaje, aquella lavadora empezó a brincar como si fuera un potro salvaje. Elisa y yo salimos pasillo arriba gritando “papa, papa, que la lavadora se va”, mi madre estaba dándole el pecho a mi hermana Verónica y mi padre salio disparado de la ducha, con una pequeña toalla cubriendo su desnudez. Al pobre de mi padre, no se le ocurrió otra cosa que subirse encima de la lavadora en un intento de parar el programa o darle al botón del stop. En ese traqueteo, la toalla se callo y estuvo un par de minutos desnudo y cabalgando a aquella lavadora como si fuera un autentico rodeo. Durante un tiempo a mi padre le daba vergüenza cruzarse con algún vecino, ya que la escena fue presenciada por todos los vecinos. Aquella lavadora era una “New-pool” y nos duró hasta 1987…..
Otra de mis famosas “trastadas” fue que cierto día, Emilia, mi bisabuela habia salido a hacer unos recados. Siempre a primeros de mes, cuando cobraba los puntos (su pensión) se iba con un montón de libretas de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia (hoy fusionada con la Caja de Ahorros Provincial de Alicante y llamadas ahora C.A.M. Caja de Ahorros del Mediterraneo) y nos ingresaba a cada bisnieto una cantidad mensual (a lo mejor, 25 pesetas…..) Mi madre subió a la azotea a tender la ropa y nos dejo por un momento solos. Entre mi hermana Elisa y yo, abrimos el mueble bar, y empezamos a servirnos todo tipo de bebidas…..cogimos una buena borrachera…..
La relación entre mi tío Carlos y mi tía Helen iba viento en popa, había planes de boda y todo. Mi tío en aquella época se compro un Mini 850, blanco con el techo granate. Mi padre, por aquel entonces, debido a que el “4/4” lo había destrozado mi tío en un accidente, se compró un Renault Gordini, de color verde claro. Apenas tengo recuerdos de ese coche.
Recuerdo un día, que vinieron unos familiares de mi madre, unos primos que vivían en Sevilla, y que nos fuimos a comer al “Marítimo”, un restaurante que había en el puerto de nuestra ciudad, donde se embarcaba para el ferry para ir a Ibiza y Mallorca. Recuerdo que yo iba de blanco, y que los camareros iban también de blanco, impecables. Recuerdo que entre en el aseo con mi madre y con una tía suya, y que ésta, se quito la dentadura postiza y yo me quede asustado viendo como se quitaba los dientes. En aquella época se puso muy de moda una canción instrumental, creo que aquí en España la tocaban el grupo los Pekeniques, la canción se llamaba “Palomitas de maiz”
El piso de San Blas era en aquella época bastante nuevo, tendría unos 10 ó 15 años que comparándolo con la antigua casa, no era nada. Era un primer piso, a la entrada estaba el salón, que daban las ventanas a la fachada del edificio. A continuación venia un largo pasillo, con las puertas de las habitaciones y el cuarto de baño. Al fondo de ese pasillo, estaba la cocina y la galería-patio, que al ser un primero, disponíamos de un amplio patio de luces.
Recuerdo también que a pesar de tener este patio, mi madre tendía la ropa en la azotea del edificio. Allí conocimos a una vecina, que vivían en el cuarto, y que tenia una hija de más o menos mi edad (4 años) que se llamaba Paloma.
Mi madre ya estaba embarazada de mi hermana Verónica (la número 4) y recuerdo que lavaba los pañales de mi hermano Fernando en una pila. En aquella época todavía no existían lo pañales de usar y tirar. Recuerdo aquellos pañales, eran como unas vendas enormes, que se doblaban varias veces y se sujetaban con una especia de bragas desmontables y se abrochaban con imperdibles.
Verónica nació en abril de 1972, y ponerle el nombre de Verónica fue toda una odisea. Mi madre quería llamarla Mónica, pero mi hermana Elisa y yo, en vez decir Mónica, decíamos “albóndiga” (no me pregunten porque…) así que Emilia, mi bisabuela disuadió a mi madre de ponerle ese nombre. Mi padre quería ponerle Bárbara, pero mi madre no quería porque resulta que en nuestra ciudad existen dos castillos, el de Santa Bárbara y el de San Fernando, y como mi hermano se llamaba Fernando, mi madre decía que la gente se iba a reír con la broma. Cuando nació mi hermana, mi padre le pregunto a mi madre antes de ir al Registro Civil, y mi madre de repente dijo: “Verónica”.
Cierto sábado de aquella época, y quizás porque mi madre estaba harta de lavar a mano tanta ropa, mis padres compraron la primera lavadora automática que tuvimos. La trajeron a casa y la desembalaron, y un amigo de mi padre, Fele, vino a casa a enseñarnos su funcionamiento. La lavadora la instalamos en el patio de la casa, y Fele nos dijo que la cargáramos de ropa, nos enseño a poner el detergente y nada, la lavadora se puso en marcha. Fele se despido y se marcho, mi padre se metió en la ducha y mi hermana Elisa y yo, nos quedamos mirando la lavadora desde la ventana de la puerta del patio, dentro de la casa. Cuando la lavadora empezó a centrifugar, debido a que no le habían quitado una de las sujeciones del embalaje, aquella lavadora empezó a brincar como si fuera un potro salvaje. Elisa y yo salimos pasillo arriba gritando “papa, papa, que la lavadora se va”, mi madre estaba dándole el pecho a mi hermana Verónica y mi padre salio disparado de la ducha, con una pequeña toalla cubriendo su desnudez. Al pobre de mi padre, no se le ocurrió otra cosa que subirse encima de la lavadora en un intento de parar el programa o darle al botón del stop. En ese traqueteo, la toalla se callo y estuvo un par de minutos desnudo y cabalgando a aquella lavadora como si fuera un autentico rodeo. Durante un tiempo a mi padre le daba vergüenza cruzarse con algún vecino, ya que la escena fue presenciada por todos los vecinos. Aquella lavadora era una “New-pool” y nos duró hasta 1987…..
Otra de mis famosas “trastadas” fue que cierto día, Emilia, mi bisabuela habia salido a hacer unos recados. Siempre a primeros de mes, cuando cobraba los puntos (su pensión) se iba con un montón de libretas de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia (hoy fusionada con la Caja de Ahorros Provincial de Alicante y llamadas ahora C.A.M. Caja de Ahorros del Mediterraneo) y nos ingresaba a cada bisnieto una cantidad mensual (a lo mejor, 25 pesetas…..) Mi madre subió a la azotea a tender la ropa y nos dejo por un momento solos. Entre mi hermana Elisa y yo, abrimos el mueble bar, y empezamos a servirnos todo tipo de bebidas…..cogimos una buena borrachera…..
La relación entre mi tío Carlos y mi tía Helen iba viento en popa, había planes de boda y todo. Mi tío en aquella época se compro un Mini 850, blanco con el techo granate. Mi padre, por aquel entonces, debido a que el “4/4” lo había destrozado mi tío en un accidente, se compró un Renault Gordini, de color verde claro. Apenas tengo recuerdos de ese coche.
Recuerdo un día, que vinieron unos familiares de mi madre, unos primos que vivían en Sevilla, y que nos fuimos a comer al “Marítimo”, un restaurante que había en el puerto de nuestra ciudad, donde se embarcaba para el ferry para ir a Ibiza y Mallorca. Recuerdo que yo iba de blanco, y que los camareros iban también de blanco, impecables. Recuerdo que entre en el aseo con mi madre y con una tía suya, y que ésta, se quito la dentadura postiza y yo me quede asustado viendo como se quitaba los dientes. En aquella época se puso muy de moda una canción instrumental, creo que aquí en España la tocaban el grupo los Pekeniques, la canción se llamaba “Palomitas de maiz”
Mis tios, Carlos y Helen, sosteniendo en brazos a mi hermano Fernando, mis padres al lado, y yo delante de mi madre. (1971).
4 comentarios:
Pa-lo-mi-tas-de-ma-íz, pa-lo-mi-tas-de-ma-íz ... ti-to-ti-to-ti-to-ti-to-ti-to-ti-to-ti-to-tiii.
He contado los ti-to-tís y creo que están todos.
ti-to-tís....solo me queda un capítulo para enlazar con 1974....me siento como si estuviera haciendo un puzzle. Por cierto, antes de que venga la jefatura del estado, voy a aprovechar y pasarme por su nave. Un saludo.
Jajaja me encanta el dúo magnífico que formas junto con Garfio.
Y pues qué decir, es demasiado fascinante venir a pasarse por tu blog.
Está fantástica la foto que pusiste de tu familia.
Luis: Gracias, como siempre, pero verás, a Garfio y a mi nos une una gran amistad de muchos años, tengo la suerte de conocerlo en persona...es uno de mis mejores amigos. Me encanta que te gusten mis "crónicas" de los 70...Recibe un cordial saludo.
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