lunes, 31 de diciembre de 2007

Adios 2007....

Siempre se repite el mismo ceremonial, al final del año, además de los consabidos buenos própositos para el nuevo año que empieza, se hace también balance del año que termina.
En televisión, por ejemplo, se repiten programas "resumenes" sobre lo que ha sido el año que termina, donde se hace un repaso de los distintos acontecimientos que han sucedido en el año. No, tranquilos, no voy a hacerles lo mismo en esta especie de diario de a bordo que llevo, aunque reconozco que me siento tentado a hacerlo. Simplemente reseñar que el año que acaba no ha sido tan malo, a pesar de que he llegado a los 40, ni a pesar de la profunda crisis económica en la que estoy inmerso (como decia Groucho Marx, el dinero no da la felicidad, pero ayuda....), ni por supuesto, a pesar del desastre familiar de mi hermana (ayer fui a verla a la carcel, seguimos en la misma linea, se sigue drogando....cada vez las esperanzas son más excasas...y encima, cada día se hace más dificil seguir mintiendoles a las niñas cuando preguntan por su madre...); en este año he cumplido quizás uno de mis sueños que más ansiaba y que por circustancias de mi vida, veia cada vez menos probable cumplir; viajar a Nueva York. Y en lo personal, que decir, después de una larga temporada casí inapetente sexualmente hablando, estoy ahora de un promiscuo que para que. Y porque no decirlo, me volvi a enamorar....a pesar de lo mal que se pasa, y más cuando no eres correspondido; pero bueno, creo que cada día que pasa lo tengo más superado. Creo que se me olvida mencionar algo importantisímo en mi vida, y que seria imperdonable....y es el hecho de haber descubierto la blogosfera, este universo nuevo.
Esta noche, abusando como de costumbre, de la amabilidad, hospitalidad y confianza de unos muy buenos amigos, cenare en su casa, acompañado de unos muy buenos amigos, y así empezare el nuevo año. Esta tarde, antes de irme a la cena, me despedire de mi familia, les dare un beso a las niñas (en el fondo, también me apeteceria quedarme en casa con ellas a celebrar el fin de año....¿me estare haciendo viejo?). Y mañana, intentare levantarme a una hora más o menos decente, y siguiendo con las "tradiciones" intentare ver el famoso concierto de año nuevo desde Viena (que quieren que les diga, me encantan los valses de la familia Strauss, desde pequeñito que llevo viendo el concierto, aunque les confieso que algun que otro año no lo he podido ver debido a lo que se llama resaca...)
Solo me queda decir que entre los própositos que me he marcado para el año que comienza son:
1- Dejar de fumar (ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,....hablando de tradiciones........., ja,ja,ja,ja,ja)
2- 12 meses, 12 causas ( porque soy un caballero, lo dejo a su imaginación.....mi amigos saben de lo que hablo)
3- Trabajar mucho y ganar dinero para poder salir de mi crisis (algo muy posible, de hecho, seguramente la crisis acabe con la paga extraordinaria de Junio de 2008....)
4-Tirarme en paracaidas (un viejo sueño que todavia no he podido cumplir)
5-Volver a tener una moto (Marlene acabo sus días en el desgüace...)
6- Seguir igual de delgado (me da miedo dejar de fumar, porque intentare sustituir el cigarrillo por caramelos y me voy a poner como un Zeppelin otra vez).
7-Paz en el mundo para los hombres de buena voluntad (el comentario de este próposito lo remito al próposito número 1....creo que ya me entienden)
8-Y lo más importante: tener salud para poder compartir todas estas cosas y algunas más con la gente que más quiero en este mundo: mis niñas, mis amigos y mi familia.
En cualquier caso, les deseo que pasen una buena velada, que disfruten y que empiecen el nuevo año con buen pie. Un saludo a todos y largo y próspero año 2008 .

viernes, 21 de diciembre de 2007

1971-1973 (II) Contamos Contigo

Como creo que ya explique en algún artículo anterior, de la familia de mi padre hablo muy poco, pero voy a hacer una excepción, debido que en este tiempo paso un acontecimiento, la boda de mi tío, que tuvo su relevancia.
Mi tía Helen venia de una familia adinerada, su padre, Enrique, era constructor. Ella era la mediana de tres hermanas. La mayor se llamaba Lilian, casada y tenia dos hijos de aproximadamente la misma edad que mi hermana Elisa y yo. La hermana pequeña se llamaba Cristina y en aquella época debería tener como unos 13 ó 15 años. Vivian en un piso en una calle muy céntrica de nuestra ciudad, pero también tenían un grandísimo chalet con 3 viviendas individuales y separadas. Recuerdo un día, después de la boda, sábado por la mañana, que mi padre se había quedado el coche de Helen, un SEAT 850 blanco, para repararlo y nos fuimos a casa de mis tios a devolverle el coche. Recuerdo que ese coche en la parte trasera, al lado de la matricula, tenia un escudo metálico de la compañía de seguros. Nos abrió la puerta del chalet mi tío y aparcamos el 850 en el amplio garaje, al lado del Mini. Subimos a la casa de mis tíos, nos pusimos unos bañadores y luego nos dimos un baño en la “enorme” piscina que había detrás. Recuerdo a mi padre y a mi tío juguetear en el agua como dos niños. Mi tío era diez años más joven que mi padre.
No recuerdo exactamente cuando fue la boda, pero hacia frío. Se que fue por el centro de la ciudad y que el convite fue en una urbanización recién inaugurada que se llamada “El complejo Vistahermosa”, en un restaurante llamado “la piel del oso”. Recuerdo los vestidos y los trajes de los invitados. La gente joven y con dinero en aquella época vestía de un estilo muy pop (pantalones de campana, faldas largísimas o al contrario, cortísimas, botas altas hasta por encima de la rodilla, colores histriónicos, tejidos como la pana, zapatos de plataforma, etc), era una cuestión de gustos. En aquella época también estaba muy de moda entre las mujeres utilizar pelucas. Mi madre un tiempo antes se había comprado una, y una tarde, acompañando a Helen, unas semanas antes de la boda, en un probador, mi madre se quito la peluca, la dejo encima de lo ella pensaba que era un perchero y resulto ser una lámpara; y que el calor de la bombilla, quemo aquella peluca.
Recuerdo un acontecimiento que me paso aquella tarde, porque mis madres nos dejaron en casa de unos tíos de mi madre, Emilio y su mujer Lola. La tía Lola, como la conocemos en casa, era y sigue siendo (aun vive, a sus casi noventa años) un peculiar personaje. Yo siempre la recuerdo pintada en exceso, delgada, casi flacucha diría yo, y con un amarillento collar de perlas (¿?); su abanico en una mano, abanicándose incluso en pleno invierno; y en el otro brazo, su bolso. Todo ese aspecto se acompañaba con una serie de gritos, lamentos y demás gestos y aspavientos; de hecho, mi padre le dio el apodo de “arte dramático”. Aquella tarde nos quedamos en su casa, Elisa mi hermana y yo; Fernando y Verónica se quedaron con mi bisabuela, Emilia. Yo vi un extraño comportamiento en mi madre cuando nos dejaron con sus tíos, ya que ellos le comentaron que su tía Rafaela había muerto, y ella salio como muy disgustada. Nos dieron de merendar y a mi se me descompuso un poco el estomago. Fui al baño, solo, a pesar de la insistencia de Lola en acompañarme. Y al limpiarme las manos, con restos de papel higiénico, creo que atasque el desagüe del lavabo. El caso es que me asuste muchísimo, y estuve el resto de la tarde tumbado en el sofá, con dolor de estomago.
El barrio de San Blas, y más la zona donde nosotros vivíamos, en la ladera del castillo de San Fernando, era un sitio agradable y con una enorme pinada. Si salíamos de aquella calle, al volver había una frutería, y si seguías caminando por la acera, te encontrabas de repente con un escalón. Lo se muy bien, porque con mi coche de pedales tuve mi primer accidente automovilístico a pillar aquel escalón y salir disparado hacia adelante. Unos años después, he tenido algún que otro tropezón en ese escalón, pero no con un coche de pedales…. En lo que ahora es la Avenida Dr. Rico, y la sede de nuestro principal periódico, eso era campo y allí mismo había una especie de granja, que tenían gallinas y recuerdo que había un par de caballos. Mi madre a veces nos llevaba y le comprábamos huevos. Es curioso, estoy ahora harto de pasar por allí con el coche y ahora se te hace muy difícil imaginarte en ese amasijo de edificios que hay pudiera haber una granja.

En esos días había una serie en televisión que nos gustaba mucho, era de un detective paralítico llamado “Ironside”. Mis tíos, le llamaban así a mi padre, porque muchos días que venían a casa a vernos, mi padre estaba en su sillón, con una manta tapándole las piernas. También recuerdo unas series de dibujos animados que me gustaban mucho, Scooby-Doo, Los Picapiedra, Don Gato, pero mis preferidos eran “Autos Locos”. Y había también una serie que se llamaba “Mamá y sus increíbles hijos” y era de una familia que viajaban en un autobús de colores y cantaban. Había también un programa en televisión, que lo presentaba Jose Mª Iñigo, que se llamaba Estudio Abierto. Era un programa con entrevistas y actuaciones musicales. Después de un par de temporadas lo quitaron, y al poco, volvieron a ponerlo con el nombre de Directísimo. En no recuerdo que programa, vi a una cantante algo gorda, gitana y con el pelo largo y rizado, Dolores Vargas “la terremoto” cantando su famoso “Achilipu”. También recuerdo a Rosa Morena, otra “cantante” aflamencada.

Y otra vez, por prescripción facultativa, nos tuvimos que volver a mudar de casa. Había mucha humedad en la casa, y mis ataques de asma eran continuos, así que el médico comento que la brisa del mar me vendría bien. Mis padres encontraron un piso en el barrio de San Gabriel, cercano al mar…….


Pd. (esto enlaza con el capítulo I de 1974 “Preámbulo”).

martes, 18 de diciembre de 2007

Cuarenta

Los cuarenta principales es una lista de una conocida cadena de radio, que según ellos, son las cuarenta canciones más vendidas.
Cuarenta grados a la sombra, es como una referencia en verano, si llegamos a ese calor, es que hace mucho calor. Había una vieja película española de los 60 que se titulaba así, con un pegadizo tema musical del mismo título.
Ali-Baba y los cuarenta ladrones, todo un clásico de la literatura infantil, un bonito cuento.

No, no crean que me he vuelto loco (si yo ya lo estaba….) pero el martes 18 de diciembre de 1967, o sea, hace 40 años, se produjo mi llegada a este mundo.

No piensen que estoy escribiendo este artículo para recibir las lógicas felicitaciones que seguramente tendré (o quizás no, seria una buena lección para mi vanidad…) simplemente quería decir que por fin he llegado a los 40, ahora ya formo parte de las personas maduras, de las personas sensatas y que tienen las ideas claras. Pues no se si yo encajare en ese mundo, claro que pocas alternativas me quedan. Siempre me ha parecido patético intentar aparentar lo que no eres, y por bien que lleves los años, querer actuar igual que cuando tenias 25 años teniendo ya los 40 años.

Recuerdo que una vez imagine como seria teniendo esta edad, y reconozco que mi situación no es como la había imaginado; incluso mi aspecto, me imaginaba con todo el pelo lleno de canas, largo, con coleta (cosa algo irónica, nunca he tenido el pelo tan largo como para hacerme una coleta). Si bien es cierto que tengo bastantes canas, mi aspecto ha mejorado mucho en los últimos tiempos. Según mis amigos, soy un “cuarentón interesante”, y que ahora es cuando empieza la vida de verdad. Claro que cuando me dicen esto siempre me viene a la cabeza aquella viñeta de Mafalda, en la que ella leía esta misma frase “la vida empieza a los 40” y a continuación se preguntaba “¿y para que cuernos nos traen a este mundo con tanta antelación?”

Imagino que hoy recibiré varias llamadas de amigos, aunque ya lo celebre el pasado domingo (ya se sabe, todos trabajamos y tenemos responsabilidades, como buenas personas adultas y responsables), pero me hace ilusión que mis allegados me feliciten. Aunque si les confieso algo, la felicitación que más ilusión me hace, será esta tarde, cuando pase por casa de mi madre y vea a las niñas de mis ojos………Esto también forma parte de cumplir los 40....

miércoles, 12 de diciembre de 2007

1971-1973 (I) Un Rodeo y Palomitas de Maíz.

Nos mudamos al barrio de San Blas por prescripción facultativa. Resulta que cuando yo me asomaba a la balaustrada de la casa de la calle San Vicente, al entrar dentro de la casa, tenia la cara manchada del humo de los coches. Claro, con mi enfermedad, el médico recomendó a mis padres un cambio. Aunque también hay que reconocer que la casa se había quedado pequeña para una familia con 3 hijos y con la abuela.
El piso de San Blas era en aquella época bastante nuevo, tendría unos 10 ó 15 años que comparándolo con la antigua casa, no era nada. Era un primer piso, a la entrada estaba el salón, que daban las ventanas a la fachada del edificio. A continuación venia un largo pasillo, con las puertas de las habitaciones y el cuarto de baño. Al fondo de ese pasillo, estaba la cocina y la galería-patio, que al ser un primero, disponíamos de un amplio patio de luces.
Recuerdo también que a pesar de tener este patio, mi madre tendía la ropa en la azotea del edificio. Allí conocimos a una vecina, que vivían en el cuarto, y que tenia una hija de más o menos mi edad (4 años) que se llamaba Paloma.
Mi madre ya estaba embarazada de mi hermana Verónica (la número 4) y recuerdo que lavaba los pañales de mi hermano Fernando en una pila. En aquella época todavía no existían lo pañales de usar y tirar. Recuerdo aquellos pañales, eran como unas vendas enormes, que se doblaban varias veces y se sujetaban con una especia de bragas desmontables y se abrochaban con imperdibles.
Verónica nació en abril de 1972, y ponerle el nombre de Verónica fue toda una odisea. Mi madre quería llamarla Mónica, pero mi hermana Elisa y yo, en vez decir Mónica, decíamos “albóndiga” (no me pregunten porque…) así que Emilia, mi bisabuela disuadió a mi madre de ponerle ese nombre. Mi padre quería ponerle Bárbara, pero mi madre no quería porque resulta que en nuestra ciudad existen dos castillos, el de Santa Bárbara y el de San Fernando, y como mi hermano se llamaba Fernando, mi madre decía que la gente se iba a reír con la broma. Cuando nació mi hermana, mi padre le pregunto a mi madre antes de ir al Registro Civil, y mi madre de repente dijo: “Verónica”.
Cierto sábado de aquella época, y quizás porque mi madre estaba harta de lavar a mano tanta ropa, mis padres compraron la primera lavadora automática que tuvimos. La trajeron a casa y la desembalaron, y un amigo de mi padre, Fele, vino a casa a enseñarnos su funcionamiento. La lavadora la instalamos en el patio de la casa, y Fele nos dijo que la cargáramos de ropa, nos enseño a poner el detergente y nada, la lavadora se puso en marcha. Fele se despido y se marcho, mi padre se metió en la ducha y mi hermana Elisa y yo, nos quedamos mirando la lavadora desde la ventana de la puerta del patio, dentro de la casa. Cuando la lavadora empezó a centrifugar, debido a que no le habían quitado una de las sujeciones del embalaje, aquella lavadora empezó a brincar como si fuera un potro salvaje. Elisa y yo salimos pasillo arriba gritando “papa, papa, que la lavadora se va”, mi madre estaba dándole el pecho a mi hermana Verónica y mi padre salio disparado de la ducha, con una pequeña toalla cubriendo su desnudez. Al pobre de mi padre, no se le ocurrió otra cosa que subirse encima de la lavadora en un intento de parar el programa o darle al botón del stop. En ese traqueteo, la toalla se callo y estuvo un par de minutos desnudo y cabalgando a aquella lavadora como si fuera un autentico rodeo. Durante un tiempo a mi padre le daba vergüenza cruzarse con algún vecino, ya que la escena fue presenciada por todos los vecinos. Aquella lavadora era una “New-pool” y nos duró hasta 1987…..
Otra de mis famosas “trastadas” fue que cierto día, Emilia, mi bisabuela habia salido a hacer unos recados. Siempre a primeros de mes, cuando cobraba los puntos (su pensión) se iba con un montón de libretas de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia (hoy fusionada con la Caja de Ahorros Provincial de Alicante y llamadas ahora C.A.M. Caja de Ahorros del Mediterraneo) y nos ingresaba a cada bisnieto una cantidad mensual (a lo mejor, 25 pesetas…..) Mi madre subió a la azotea a tender la ropa y nos dejo por un momento solos. Entre mi hermana Elisa y yo, abrimos el mueble bar, y empezamos a servirnos todo tipo de bebidas…..cogimos una buena borrachera…..
La relación entre mi tío Carlos y mi tía Helen iba viento en popa, había planes de boda y todo. Mi tío en aquella época se compro un Mini 850, blanco con el techo granate. Mi padre, por aquel entonces, debido a que el “4/4” lo había destrozado mi tío en un accidente, se compró un Renault Gordini, de color verde claro. Apenas tengo recuerdos de ese coche.
Recuerdo un día, que vinieron unos familiares de mi madre, unos primos que vivían en Sevilla, y que nos fuimos a comer al “Marítimo”, un restaurante que había en el puerto de nuestra ciudad, donde se embarcaba para el ferry para ir a Ibiza y Mallorca. Recuerdo que yo iba de blanco, y que los camareros iban también de blanco, impecables. Recuerdo que entre en el aseo con mi madre y con una tía suya, y que ésta, se quito la dentadura postiza y yo me quede asustado viendo como se quitaba los dientes. En aquella época se puso muy de moda una canción instrumental, creo que aquí en España la tocaban el grupo los Pekeniques, la canción se llamaba “Palomitas de maiz”
Mis tios, Carlos y Helen, sosteniendo en brazos a mi hermano Fernando, mis padres al lado, y yo delante de mi madre. (1971).

martes, 11 de diciembre de 2007

Otro Premio.....Muchas gracias.

Este premio me lo ha pasado mi querido luis-mirkovich, que a su vez se lo habia pasado mi también querido amigo Garfio. Estoy encantado y no se si soy merecedor de tal galardon. En cualquier caso, transmito este premio a todos los blogs amigos desde los cuales tengo vínculos en mi página. Felicidades a todos y espero que lo disfruteis. Larga y próspera vida.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Racismo

Decir que los españoles de hace un par de décadas no eran racistas seria mucho decir; además siempre habrá alguien que me preguntaría, y con mucha razón “¿si, y con los gitanos?”….y yo no voy a utilizar la excusa barata de “si, pero aquí a los gitanos no les hacemos lo mismo que a los negros en los Estados Unidos….”
El caso es que hace algo más de un par de décadas, ver por la calle a un negro o un musulmán era extraño, casi raro. Cuando allá por el año 1978 nos mudamos a nuestra casa actual, en la Plaza de la Viña, mis padres nos advirtieron: “Tenemos unos vecinos que son de color, porque son de Guinea, así que comportaos bien con ellos” Aquella advertencia creo que fue más por la extrañeza como he dicho antes, que por racismo. De hecho, este matrimonio tenía dos hijos, Joaquín y Aurora, que inmediatamente de mudarnos a vivir allí, hicimos mis hermanos y yo amistad con ellos. Fue hasta tal punto esa amistad, que ellos, se pasaban las horas en nuestra casa; sus padres trabajaban los dos y de alguna manera sabían que estando con nosotros en mi casa y con mi madre, estaban tranquilos. Alguna que otra vez, a Joaquín o a Aurora, se les escapaba un “mama” a mi madre. Una tarde, nos fuimos caminando hasta un barrio cercano, donde mi padre tenía su taller. En la calle anterior hay una gran plazoleta, con columpios y demás artilugios para la diversión infantil. Mi madre se sentó en un banco, con una bolsa con los bocatas de la merienda; y nosotros nos pusimos a jugar. Imagínense en la España de 1979, cuatro niños más bien blanquecinos y flacuchos más otros dos de color…negro, negro, jugando todos juntos en una plaza y pidiéndole la merienda a una mujer blanca.
Mi madre es una mujer con mucho carácter, yo diría que a veces demasiado; algunas veces consigue sacarme de mis casillas (creo que es de las pocas personas que lo consigue…), pero otras veces, reconozco que me tengo que reír con ella. Mi madre recuerda que aquella tarde, mientras nosotros jugábamos y ella estaba tranquilamente sentada, que en los bancos de enfrente, había 2 mujeres que nos observaban a nosotros con cara de estupor, y que miraban a mi madre con la misma expresión. Según me cuenta mi madre, pasado un rato, una de aquellas mujeres no resistió más, y se levanto y se acerco a mi madre preguntándole: “Señora, ¿son todos hijos suyos?” Mi madre, rápida en reflejos le contesto tajantemente: “por supuesto”. La cara de la mujer era un poema, y en vista de aquella contestación, la mujer le volvió a preguntar: “Y ¿Cómo es su marido?” Mi madre que tiene ese sentido sarcástico del humor que nos caracteriza a todos le contesto: “Mi marido es a cuadros…… “
¡Mamá, eres genial!

Por desgracia y aunque parezca raro, a pesar de que ahora en este país estamos acostumbrados a ver por la calle a gente de otras razas, me sorprende tanto racismo. Yo tengo amigos de color, tengo amigos musulmanes, mi compañero de piso es judío y por supuesto, tengo un buen montón de buenos amigos “sudacas” (disculpen la expresión, lo digo con todo el cariño y respeto….). No entiendo el racismo.


Pd.: Joaquín se casó hace poco, es abogado, como su padre y Aurora, trabaja en el hospital, como su madre, Queta, que es comadrona. Queta asistió a mi madre cuando nacieron mis hermanos pequeños, Tatiana y Alejandro y también asistió a mi hermana Tatiana en el parto de mi sobrina Bárbara…. cuando Queta se la mostró a mi madre no pudo reprimir unas lágrimas de emoción. Queta, cuando me ve por la calle, además de darme un par de besos, me dice: “Don Jose, se ha convertido usted en todo un hombretón”.

jueves, 6 de diciembre de 2007

1975 (I) Muerte

El año 75 no empezó nada bien, Emilia, mi bisabuela, enfermó y durante aquellos primeros meses del año, recuerdo un ir y venir de familiares, tíos de mi madre, por casa. Mi bisabuela tenia un “bocio”, una especie de bulto en el cuello, creo que debido a la tiroides o algo así. Ese bulto en esos días empezó a crecer y según parece era imposible una operación, debido creo yo, a la avanzada edad de mi bisabuela, 83 años. La última vez que la vi en casa, unas semanas antes de morir, estaba medio atontada y tenia un vaso con un café con leche y casi se le cayo de las manos. Fue un fuerte impacto ver a una mujer, que apenas unas semanas atrás, tenia una salud de hierro y una fuerza vital increíble. Los últimos días de su vida los paso en el Hospital Provincial, un edificio del siglo XIX, bastante bonito, por cierto (ahora es el museo arqueológico de nuestra ciudad). Recuerdo que un día me dejaron entrar con mi madre a ver a Emilia. Recuerdo unas enormes escaleras, y luego una sala con un montón de camas en hilera, y en una de ellas, estaba ella, con su gafas de pasta y su bolsa de labores, tejiendo creo que una bufanda para mí. Al domingo siguiente, nos quedamos con mi padre en el aparcamiento, y ella salio con mi madre a una especie de mirador que había en el segundo piso y nos saludo con la mano; ya nunca volvimos a verla. Murió el 5 de marzo de 1975.
Recuerdo aquella mañana como me desperté y oí los gemidos y lamentos de mi madre, llorando; creo que nunca había visto a mi madre llorar. Durante unas semanas empezamos a ir al cementerio a ponerle flores y recuerdo como me impresiono el lugar; no me desagrado, simplemente me sorprendió, quizás el morbo de pensar que aquello estaba lleno de cadáveres. Lo cierto y verdad es que durante unos meses, a veces en casa, me parecía oír los pasos de Emilia por el pasillo, a veces salía corriendo pensando en que podría ser ella, que había vuelto. A partir de entonces, los dos chicos, mi hermano Fernando y yo, pasamos a ocupar la habitación de Emilia, y Elisa y Verónica, se quedaron para ellas solas con la habitación donde dormíamos todos los hermanos. Mi padre le vendió el 1500 a un amigo que tenia un lavadero de coches justo enfrente de su taller, por lo que aquel 1500 lo seguí viendo durante un montón de tiempo. Fue por aquel entonces que paso algo también poco usual, y es que ya después de semana santa, mi padre un día no fue a trabajar. Cuando volvimos del colegio, mi padre seguía en la cama, y recuerdo como por la tarde llego un médico y le puso una inyección. Exactamente no se que enfermedad tuvo mi padre, se que estuvo 3 ó 4 días en cama, lo que si que se es que a partir de entonces, no probo el alcohol. Empezó a beber cerveza sin alcohol. En alguna celebración, Navidad, o en alguna boda, bebía vino con la comida ó cena, pero quitado eso, el resto, nada.
En esos días de la enfermedad de mi padre, compramos una televisión pequeña para el dormitorio de mis padres, con su antena portátil. Y recuerdo también que compramos un sifón, lo llenábamos de agua, y por abajo, con una especie de botellines de gas, cargábamos el gas.
Una noche, mi padre llego de trabajar a eso de las 10 menos cuarto, y venia con mucha prisa, quería cenar rápido y ver en televisión una obra de teatro, y recuerdo unas palabras que me parecieron muy raras en aquella época. “dicen que esta obra de teatro tiene un mensaje político”. Yo me quede pensando: “¿Qué coño es la política, que todo el mundo habla de ella últimamente?”. Ni mi madre ni yo hemos podido recordar cual era aquella obra.

Pero quizás lo que más me impacto fue cierto día que regrese del colegio a eso de las 12 de la mañana, y volví a casa a esperar la hora de la comida. Normalmente comíamos sobre las 13.30 aproximadamente. En aquella época, Televisión Española no emitia nada por la mañana, las emisiones empezaban más o menos sobre las 13 horas. En aquella época a esa hora, ponian una especie de “magazine” con gente de más o menos actualidad y actuaciones musicales; y que lo presentaban Jose Luis Urribarri e Isabel Tenaille….no recuerdo muy bien el título del programa. Ese día en concreto, Urribarri presento a una cantante que iba embutida en una especie de mono de cuero (o por lo menos, eso parecía), con una melena tipo “garçon” rubia platino y en una extraña posición. Recuerdo hasta el comentario jocoso de Urribarri diciendo”….se ha pasado una semana, no en esta posición, por supuesto, sino promocionando en España su último disco….” Empezó la canción y aquella mujer, guapa, la recuerdo muy guapa, bailaba de una forma que nunca había visto antes moverse a nadie. Era Rafaella Carra cantando su famoso “Rumore”……

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Tacto, crueldad y torpedos

Queridos navegantes:

Ante todo, disculpas por mi larga ausencia, pero debido a ciertos problemas laborales (y económicos, porque no decirlo también, todavia no me acostumbro al cambio de moneda de Vulcano a Euros), tengo mi tiempo muy contado….y además, en mi casa particular no dispongo todavía de conexión a internet, con lo cual, en mis escasos ratos de ocio, tampoco los puedo aprovechar para navegar por este “universo”.
Transcurría el verano de 1980 y en aquel tiempo, como mi padre no tenia vacaciones, nos trasladamos toda la familia a un camping cercano a nuestra ciudad, a lado de la playa. La idea ahora se me antoja algo “cutre”, pero en aquellos días era las únicas vacaciones que nos podíamos permitir. Y además, compartíamos la experiencia con dos familias amigas. Mi madre estaba embarazada de mi hermana Tatiana. Era el segundo año que repetíamos la experiencia, el año anterior fue todo un éxito, a pesar del fuerte ataque de asma que me dio al segundo día de estancia.
Ese año, además, teníamos el aliciente de que mi padre, junto con los padres de las otras dos familias amigas, habían comprado una lancha de recreo; en principio para ir a pescar y los domingos dar una vuelta por el mar. La realidad fue bien distinta, mi padre trabajo para poner a punto aquel motor fuera borda, y las dos familias se paseaban constantemente. Recuerdo cierta mañana que madrugue, había estado estudiando (me habían cateado 3 asignaturas de séptimo de E.G.B.) y después de desayunar, me fui a la playa. Allí me encontré a las dos familias “amigas” haciendo los preparativos para una travesía marítima. En mi inocencia de niño, pensé: “estoy yo solo, sin mis hermanos, si les ayudo a embarcar, quizás me inviten a la travesía”. Y así lo hice, les ayude a embarcar, y cuando estaban todos en la lancha y yo en la playa, con el agua por el pecho más o menos, pusieron el motor en marcha y se despidieron de mi, saludandome con la mano.
Aun con la perspectiva del tiempo, me parece aquello de una crueldad excesiva y fuera de lugar. Durante estos años he tenido experiencias similares o quizás más crueles, y todavía me siento como aquel día, en el agua del mar, viendo como aquella lancha se alejaba y toda esa gente me saludaba con la mano. Prefiero una excusa tonta que un acto así, una excusa del tipo “somos muchos y llevamos sobrepeso” por ejemplo. En estos años, compañeros de trabajo que no me han invitado a sus fiestas, supuestos amigos que no han contado conmigo para fiestas o ciertos asuntos….y así hasta un sinfín de innumerables episodios en los que cuando me he enterado, siempre me ha venido a la cabeza el episodio de la lancha.

Pensé que quizás con los años superaría aquello, pero hace unos días, volví a vivir un episodio de esos, delante de mis narices se hacia una invitación...bueno, no quiero hablar de ello..….y llevo un par de días imaginando en mi cabeza ser el capitán de un submarino U-boot alemán, mirar por el periscopio y dar la orden: “Torpedo uno”…y ver saltar en mil pedazos a aquella lancha azul.

Pd.: Aclarar ante todo que soy pacifista, que no creo en las armas, y que yo seria incapaz de hacer nada parecido a lo que acabo de relatar…… Además, yo no se hablar alemán, ¿como narices iban a entenderme?...Haz el amor y no la guerra. Saludos, Larga y próspera vida.